sábado, 15 de mayo de 2010

whatever happens

De cuando en cuando, me acuerdo de algo que solía decir mi amiga Diana, y que puede que ya haya mencionado por aquí. Decía que todo sería mucho más fácil si cada uno de nosotros nos preocupáramos sólamente por querer a los demás y no por lo que te quieren a ti.

He tratado de hacer eso en muchos momentos de mi vida, o con ciertas personas, y con el tiempo, te das cuenta de que si tratas de hacer las cosas bien y de ofrecer lo mejor que tienes, al final te vuelve de algún modo.

Pero en ocasiones, no ha sido así. Siempre hay momentos en los que no he podido evitar pensar por qué hay quien tira mi cariño a la basura o lo menosprecia, por qué no conseguía acceder a un sitio especial en el corazoncito de alguien, igual de especial que el que ese alguien tenía en el mío. No es agradable pensar día y noche las razones por las que esto pasa o lo que podría haberlo desencadenarlo, no me gusta ese cosquilleo que me atenaza el pecho, que me indica que "no todo está bien en el orden de las cosas de mi vida", que hay algo que falla y no sé cómo arreglar.

Y he tratado de esperar, de quitarle importancia, de cambiar estrategias, de construir otros caminos. Pero cuando nada de eso funciona, y todo se repite una y otra vez, cíclicamente... al final sólo me queda afrontar lo que queda.

Que simplemente, no puedes hacer que alguien te quiera sólo porque tú quieres a ese alguien, que no puedes obligar a nadie a que se preocupe por ti porque tú te preocupes, que el hecho de que tú consideres a alguien importante, no hace que tú lo seas respecto a ese alguien.

Me siento cansada, demasiado cansada como para seguir luchando en cada ámbito de mi vida. Creo que simplemente esperaré aquí quieta a que las cosas ocurran, y el que se quiera quedar a mi lado, que lo haga y el que no, pues nada. Porque yo ya he dado todo lo que he podido dar, y si eso no ha sido suficiente pues así es la vida. Lo aceptaré y seguiré adelante. Y con la conciencia tranquila.