jueves, 29 de diciembre de 2011

in memoriam

Sé que suena a cliché, pero mi abuela era una de las mejores personas que tuve la suerte de conocer. Una mujer buena, que daba más de lo que tenía. La queríamos mucho todos, y era un amor sin peros. Tuvo la suerte de estar prácticamente perfecta hasta casi al final, haciendo su vida y yendo a donde quería. Su enfermedad no se prolongó mucho tiempo y nos dejó de una manera tranquila, sin grandes aspavientos. Simplemente la vi dejar de respirar y eso fue todo. Para mí, fue horrible ver cómo se iba y no poder hacer nada por evitarlo.

Mi tío nos dejó hoy, después de una larga enfermedad, y por fin está descansando. Se fue antes de lo previsto. No soy una persona religiosa, ni creo en el cielo y esas cosas, pero por un momento, me gustaría creer que ahora está en un lugar mejor. Es cierto que es un pensamiento que consuela.

En cuestión de un par de semanas, mi familia ha sufrido dos grandes pérdidas, y no quiero ponerme victimista ni catastrofista, así que he decidido sacar algo positivo.

Ahora que la muerte me ha respirado cerca, soy aún más consciente de lo preciado que es el tiempo que tenemos en esta vida, y de que hay que hacer lo necesario para aprovecharlo. Y tengo una sensación mucho más real de que la vida está para vivirla y tienes que hacer que cada segundo cuente.

Mientras tanto, todo lo que viví con mi abuela y mi tío me acompañará siempre, y forma parte de mí. De alguna manera, eso los mantendrá vivos.

1 comentario:

Marta dijo...

Es duro, pero hay que quedarse con los buenos recuerdos.

Yo tambien quiero creer que hay un lugar mejor sea donde sea y por lo que sea...