lunes, 17 de agosto de 2015

actualización

La sociedad nos empuja a ir por sus lindes emocionales de mil maneras diferentes. Nos crea primero la ilusión de que somos libres, pero si hacemos uso de esa libertad de una manera que se salga de lo que tienen planeado para nosotros, viene la sorpresa e incluso, el rechazo. Me he dado cuenta de que lo que dictaba mi vida hasta hace bien poco eran esas reglas no escritas, y yo sólo trataba de ceñirme a lo que debía ser, a lo que debía hacer, a cómo debía vivir. A veces me sentía como en una carrera en la que voy última y no era capaz de alcanzar a los demás.Vivía cada vez más, bajo sus estrictas normas, como la buena niña obediente que siempre he sido. 

Yo misma era la que hacía funcionar esas leyes, y la que las ejecutaba, y nunca nunca me dejaba un rato para el recreo, me cuidaba de no tener tiempo para hacer lo que realmente quería en el fondo... llegó un momento en el que de tanto ignorar esos deseos, los olvidé por completo. Alguien me dijo que me tomara un día y que, en ese día, hiciera exactamente lo que quisiera, lo que me apeteciera, que ignorara por una vez mis obligaciones autoimpuestas. Me quedé bloqueada, no sabía por dónde empezar a hacer eso, había perdido el camino hacia mí misma.

Así de perdida estaba. 

Hacer siempre lo que debía y no lo quería me llevó a estar muy triste, a sentirme muy sola, a no saber qué hacer para salir de esa espiral. No entendía por qué me sentía tan mal si había seguido todas las reglas, y no hacía más que perseverar en mi lucha con los demás y conmigo misma. Abandonar las armas, y aceptar lo que estaba pasando era una derrota para mí, y ¿cómo podía permitir eso? Si no ganaba era porque no luchaba con la suficiente fuerza.

Pero hoy puedo decir que estoy bien. Mejor de lo que he estado en mucho tiempo, que me siento fuerte para disfrutar de mi vida y enfrentarme a lo que me pueda ofrecer. Que me permito hacer todo, que no cierro puertas, que por fin soy libre de todas mis ataduras. Que me ha invadido la paz y la tranquilidad, después de tanto tiempo de lucha, de tratar de buscar soluciones imposibles. Que voy tirando poco a poco las cuerdas que me hacían ser dependiente de tantas maneras diferentes, que estoy levando anclas. Que ya no llevo los problemas y opiniones de los demás sobre mis espaldas, que era un peso muerto que me estaba aplastando. Cuántas cosas no habré hecho por miedo a lo que dirían las personas de mi entorno. Me quité esa mochila, y me siento tan ligera.

A veces, sólo a veces, me invade la nostalgia, claro, como a todo el mundo. Pero eso no empaña mi ánimo. Como me dijeron hace poco, la felicidad quizás no sea sentirse pletórico constantemente, sino algo mucho más discreto, una especie de estado de relajación. 

3 comentarios:

Sara dijo...

Almudeni... me alegro tannnto tannnto de tus palabras, y sé que son ciertas, porque después de 9 años de esta bonita amistad creo que te conozco un poco y después de algún tiempo vuelvo a verte feliz, y como tú dices: tranquila.

Es muy difícil no seguir las reglas que nos imponen, pero siempre habrá alguien que nos criticará: por qué no estudias? Por qué sigues estudiando? Por qué no buscas trabajo? Por qué no buscas un trabajo mejor? Por qué no tienes pareja? Por qué no te casas? Por qué no tienes un hijo? Por qué no otro?... Es muy difícil y hace tanto ruido que al final dejamos de escuchar lo que nos sale de dentro, aunque a veces lo que tenemos dentro tampoco lo queremos escuchar.

Sabes? Te admiro Almu, aunque nunca te lo diga, porque me cuesta expresarlo en voz alta. Admiro la valentía que has tenido para enfrentarte a tu vida, cambiarla a pesar de lo duro que ha sido y coger las riendas, y me alegra infinito tu tranquilidad y que veas con tanta positividad que tienes ante ti todas las posibilidades del mundo a tu disposición. Por una parte es como esa sensación, que mencanta, del primer día de vacaciones cuando aún no has gastado nada. Te quiero y te querré siempre!



Almu dijo...

Jopé, Sara, que me haces de llorar!! A veces no es cuestión de valentía sino de no poder más, simple y llanamente... ese momento en el que dices "yo no quiero pasar un día más así, no quiero esta vida vacía, no quiero estar triste siempre". Y sí, ahora es así, tengo todas las posibilidades a mi alcance, y está muy guay!! ¿Cuál será el próximo capítulo? jajaja

Yo también te quiero, Sarificación, y espero estar siempre a tu lado :*****

Sara dijo...

Casémonos ;)