primavera, te odio
Hace poco, Marta escribió en su (antiguo) blog sobre lo mucho que le gusta la primavera. Hoy vengo yo a escribir sobre todo lo contrario porque me está tocando la moral ya.
No sólo es que lo pase fatal con los estornudos y la tos, y el no poder abrir las ventanas para que no contaminen el aire con horribles agentes alergénicos. No, no es que al ver el campo tan verde y florido, te apetezca saltar por ahí cuan Heidi y sepas que no puedes hacerlo, porque eso significaría el desprendimiento automático de tus ojos. También está el asunto del tiempo cambiante.
Por la mañana te levantas feliz y ves que hace sol, y planeas ponerte esa camiseta de manga corta que te gusta tanto e incluso te planteas ponerte sandalias. Todo es en vano, porque una hora más tarde, se nubla, se levanta el viento y sabes que va a llover (o se pone a granizar, como ahora). Al día siguiente, el día amanece nublado y te llevas el paraguas, el abrigo con capucha y las botas anti-agua, pero oh, sorpresa, luego vuelves a tu casa con todo en los brazos porque estás que te asas.
Yo no pido que haga sol ni calor, lo único que pido es que el tiempo escoja una senda y siga por ella, que se defina de una vez. Y sobre todo, pido que pase deprisa para que venga el verano, que es lo que más mola del año.